El uso de aplicaciones de Legal Tech y nuevos perfiles profesionales en el sector legal
El presente artículo es una adaptación especial para THE CRYPTO LEGAL de otro artículo que hice para mi columna quincenal en Idealex.press que tiene primera parte (ya publicada) y segunda parte (en proceso de edición).
Nadie se imaginó que algo así iba a suceder en el 2020, ésta es una llamada de atención sarcástica a todos aquellos que decían: “2020 sorpréndeme”. Por favor, al siguiente que diga eso…le vamos a lanzar… (risas). Mentira, no le lanzaremos nada, pero definitivamente en esta “NUEVA NORMALIDAD”-definición que esta autora no utiliza -, o “new normal”, para los que les gusta más el inglés, o “vuelta a la normalidad” -expresión que a la autora le encanta- y debo agregar vuelta a la normalidad pero con una mentalidad mejorada y recargada.
De cualquier forma, la cuestión es que en tiempo récord todos hemos llevado diferentes cursos, solicitado demos de aplicaciones y plataformas diversas, así como hemos escrito bastante usando la expresión “en tiempos de COVID” o “Post COVID”. Esto no es una crítica, solo son las diferentes formas de reaccionar que hemos adoptado para hacer frente a la pandemia y a todo lo que ésta trajo consigo, hemos replanteado muchas cosas y, sobre todo, nos hemos atrevido a “REPENSAR” los pilares del derecho sobre el cual hemos construido nuestro sistema legal y de justicia, que al parecer muchas veces no llega a satisfacer a los principales usuarios que son los ciudadanos.
El tema del uso — mal uso y quizás abuso- de las soluciones Legal Tech[1] es importante porque al no estar preparados ni conocer en muchos casos a qué se dedica nuestro propio negocio, cuáles son las necesidades reales de nuestros usuarios y cuál es el propósito de cada una de las soluciones existentes en el mercado, lo que suele ocurrir es que optamos por escoger a diestra y siniestra las soluciones Legal Tech que consideramos como “las mejores”, esas que prometen solucionar la vida y agilizar los procesos dentro de las firmas de abogados y equipos legales, así como las que consideramos más innovadoras, las que mejor nombre tienen, etc.
En efecto, aunque no lo crean cuando no se tiene en claro para qué sirve cada cosa — y aquí una serie en video para aprender más al respecto sobre Legal Tech — suceden este tipo de cosas y comenzamos a gastar dinero en soluciones para las cuales aún nuestros equipos no están listos, que no solucionan nuestros problemas- sino que los incrementan- y que lejos de promover la colaboración y los procesos de Up-skilling y Re- skilling mencionados anteriormente entre las personas, se tiran abajo lo poco que se haya podido construir.
Como profesionales del sector jurídico, un gran número ha optado por digitalizar procesos, tales como mailing, creación de bases de datos modernas, y adquirir licencias o servicios de marketing digital para sus despachos e incluso emplear Legal Tech (tecnología aplicada a simplificar o potenciar algunas tareas del ejercicio legal).
Todo ello está muy bien pero desde mi punto de vista hay algo que nos estamos perdiendo y es que el hecho de adoptar e implementar tecnologías sin entenderlas a cabalidad y, peor aún, sin conocer las versiones previas o las plataformas en las que éstas se basaron, no tiene mucho sentido y quizás aquí esté el principal problema.
Sin ir más lejos pongo como ejemplo al simple Word o PDF, muchos de nosotros no los usamos a cabalidad y “que lance la primera piedra quien tipea perfectamente bien con todos sus dedos”-esta es la parte donde confieso que tipeo rápido pero utilizar todos los dedos al 100% bien aún me cuesta — entonces, creo que es necesario reconocer esas carencias para empezar desde ahí a identificar las soluciones Legal Tech que realmente nos sirven, y reconozcamos que es importante aprender a caminar antes de correr[2].
Pasando al segundo tópico que es consecuencia del primero mencionado en el título del presente artículo, existe una serie de abogados, los denominados disruptivos — yo prefiero llamarlos rehabilitados como suele decir Elizabeth de Stadler — los que verdaderamente han tomado la decisión de REINVENTARSE, ya que han adoptado las prácticas mencionadas en el párrafo precedente, como reconocer qué soluciones Legal Tech les sirven y cuáles no, o reconocer que deben aprender a potenciar el uso de las ya existentes antes de proceder a experimentar con otras novedosas porque han entendido que deben satisfacer a los usuarios, pues son ellos los consumidores de nuestros servicios.
En ese sentido, estos colegas han dado un giro de 90, 180 e incluso en algunos casos mucho más específicos un giro de 360 grados — es decir se han reinventado por completo lo cual es genial — y realmente inspiran y dotan de un sentido y propósito fresco a la práctica del derecho; es a partir de esta reinvención en los roles del abogado y del ejercicio legal que podemos identificar los siguientes perfiles híbridos, para lo cual procedo a hacer una adaptación de la charla de mi mentor y amigo Andrés Botero , quien en sus charlas de futuro, humanidad y diseño comenta acerca de 4 perfiles dentro de los cuales mencionaré algunos roles híbridos que se vienen desarrollando entre los abogados — y no abogados de los sectores que se han reinventado, y que incluso no lo saben- pero ya hay un nombre para lo que vienen haciendo, colegas:
PRIMERO: LOS TRAINERS. — Que son aquellos profesionales que diseñan sistemas desde lo humano para su sostenibilidad y automejora.
Sus principales áreas de conocimiento son: tecnología, ingeniería, sistemas de diseño, producto y data. Crean tecnología y algoritmos diversos e, inclusive, entienden el impacto humano y de negocio.
Dentro de este espacio me permito destacar el rol de los ingenieros legales, cuya función es interactuar entre profesionales legales y tecnológicos con el fin de construir software para interpretar, hacer cumplir o demostrar el cumplimiento de la ley. Algunos ingenieros legales son desarrolladores o científicos de datos que desarrollaron un interés en los procesos legales.[3]
Asimismo, destaco a los Legal Project Managers, quienes tienen el rol de dirigir equipos, estimar presupuestos y gestionar recursos económicos y humanos. Además, utilizan planes de trabajo, y gestionan tareas múltiples y desglosadas en entornos multiproyectos.[4]
SEGUNDO LOS FUTURISTAS. — Alguien que construya escenarios futuros e imagine ficciones; que ayude a anticipar y diseñar para tiempos post-normales. Siendo sus áreas de conocimiento: la prospectiva, diseño ficción, business, diseño estratégico, diseño de servicios, historia, arte, diseño.
No pretenden predecir, pero por sus bastos conocimientos y especialidad en el campo y el sector, e incluso conocimientos multidisciplinarios e intersectoriales, pueden anticipar las tendencias y cosas que puedan ocurrir cuando así se los piden sus clientes, bien sea para elegir el futuro que les parezca sea la mejor opción — viable, sostenible y con mayor impacto positivo — o el que deseen para poder crearlo y/o rediseñar el contexto en ese sentido.
Normalmente, suelen ser consultores de alta gama, con bastante seniority y que ya han asesorado, no necesariamente a grandes empresas, pero sí a empresas del sector tecnológico y que lideran proyectos propios, colaborativos, o trabajan con gobiernos en algunos casos en iniciativas regulatorias o de impacto regional, pero que sobre todo tienen una amplia red de contactos, dominio de varios idiomas y en general se caracterizan por poder brindar una perspectiva holística del panorama mundial. Son el brazo derecho de muchos decision makers a nivel mundial, founders e inversionistas de todo nivel.
Lo más importante a considerar es que “…Cuando alguien se convierte en futurista, comienza a cuestionar todo lo que hace y su impacto en la sociedad…”[5] [6]
TERCERO: LOS ETICISTAS.- Alguien que construya juicios de valor sobre el impacto tecnológico, las decisiones de producto y otros outcomes del diseño.
Sus áreas de conocimiento son: filosofía, tecnología, diseño, producto, antropología y sociología.
Analizan mucho las conductas humanas para determinar si las mismas se orientan al bien o hacia el mal en sí mismo, como nos afectan y las decisiones que deberían tomarse o no.
Aquí debo destacar el rol de los Legal Operations Manager, que además de las “…funciones obvias del nombre, como cuidar de asesores externos y proveedores, muchos gerentes de operaciones legales también supervisan los presupuestos y el personal del departamento legal. Han implementado sistemas de facturación electrónica y contratos electrónicos y otras iniciativas tecnológicas. En algunos casos, también pueden supervisar la diversidad y los programas probono que la firma quiere fomentar…”[7]
Realmente todos los que operamos con el derecho, servidores del sistema de justicia público, tecnólogos legales que cumplan con este perfil, pero sobre todo los juristas -quienes por su función, ya sean del sector privado o público, han emitido juicios de valor o han tenido que hacerlo como el caso expuesto del Legal Ops- se pueden considerar también en esta categoría.
CUARTO: LOS HUMANISTAS. — Alguien que observa lo humano como objeto de diseño, como reto y anticipa y vigila el impacto humano de la tecnología. Sus áreas de conocimiento son principalmente: el diseño estratégico, psicología, sociología, filosofía y tecnología
Incorpora las relaciones entre personas y como nos va a afectar el cambio tecnológico.
Este es sin duda el lugar donde se encuentras los amigos diseñadores y donde “con bastante UI[8] & UX[9]” se logra la maravillosa intersección entre tecnología, diseño y derecho, un rol para quienes no solo entienden la tecnología sino que están enamorados de la misma y la llevan a un siguiente nivel donde se permiten visualizar, crear y diseñar — previa identificación de dolores y problemas- soluciones viables, amigables y entendibles por todos que permitan lograr un acceso pleno a la justicia para todos los consumidores finales y usuarios del derecho que no son nada más y nada menos que nosotros, las personas, partiendo incluso -y además- del rediseño de la formación de abogados desde las escuelas de derecho.
En este ámbito destaco el rol de los Legal Designers[10] -abogados y no abogados — que nos ayudan con todos sus matices, porque al final nos enfocamos en hacer todo más sencillo, amigable y accesible ya que un derecho que no se entiende genera problemas que se traducen en inconductas.
Estudiamos y analizamos el comportamiento a profundidad, así como en elevada carga procesal, entre otras disyuntivas que no se originarían si en principio las leyes se diseñasen con cuidado utilizando el método científico y aplicando cualquier otra ciencia, disciplina o un enfoque del arte al derecho. Esto no nos hace menos abogados, ni mucho menos nos convierte en malos abogados, simplemente nos invita y da licencia a pensar fuera de la caja e idear de distinta manera a lo “normal” (esa palabra me desagrada y peor aún la de nueva normalidad).
En fin por esa línea vamos, ser normal no está mal pero a lo mejor llegó el momento de descartar cosas, reciclar otras, rediseñar otras y crear otras tantas, no por buscar un momento eureka sino por ese ánimo de hacer las cosas mejor para — y aunque suene idealista- crear un mundo mejor donde como operadores y usuarios del derecho tenemos un rol y responsabilidad elevada[11].
Con todo lo anteriormente dicho, considero que debemos enfocar y concentrar nuestras fuerzas en “trabajar arduamente para asegurarnos de que la tecnología se ajusta a nuestros valores”.[12] La tecnología no es neutral ni objetiva, necesita la intervención humana para ser diseñada, y precisamente por eso las tecnologías tienen sesgos y es importante que entendamos ello y orientemos nuestra formación como abogados en ese sentido. Con ello creo tener buenas noticias respecto a nuestros amigos robots o la inteligencia artificial que, desde mi opinión, precisamente por los sesgos mencionados, no podrá llegar a ser ni objetiva ni neutral; sino que seguirá al servicio de la humanidad y, en este caso, de la práctica del derecho. Me temo que no podrá igualar nuestra maravillosa humanidad y sentido ético, que varía entre un individuo y otro.
Finalmente, los invito a reflexionar en lo que están haciendo con su práctica legal al día de hoy: reflexionar sobre si se han reinventado, si desean reinventarse y, en ese proceso, preguntarse por el tipo de propósito acompañado. Cito aquí a otro amigo y mentor Luis Félix, founder de estado beta , quien suele decir “que ni la falta de tiempo, ni ninguna otra excusa basta cuando realmente queremos aprender y que nunca perdamos eso”. En virtud de esto, analicemos hacia dónde queremos orientar nuestra práctica, a la vez que reconozcamos y aprendamos de aquellos que ya están dentro de los perfiles mencionados, de quienes están en camino de formación y los que puedan aparecer, pues el futuro lo creamos en el presente.
[1] Recomiendo consultar el “COMPARADOR LEGAL TECH” para ver un catálogo de soluciones que puedes implementar para mejorar y optimizar procesos (si realmente lo necesitas).
[2] Igualmente, debemos de enfocarnos en mejorar el clima, cultura y relaciones entre las personas y usuarios antes de implementar soluciones Legal Tech, como, por ejemplo, adoptar el mindset de Management 3.0 (segunda imagen).
[3] https://www.fastcompany.com/90372705/dont-call-me-a-lawyer-i-am-a-legal-engineer
[4]https://cincodias.elpais.com/cincodias/2014/01/15/economia/1389800985_284699.html
[5]https://www.expansion.com/expansion-empleo/desarrollo-de carrera/2020/01/31/5e344d3de5fdea31648b4601.html
[6] Particularmente espero llegar a este punto y en ese camino enfoco mi vocación, aunque ahora mismo lo cuestiono y me formo de manera constante, así que veremos.
[7] https://insights.diligent.com/legal-compliance/what-is-a-legal-operations-manager
[8] Interfaz de Usuario — el diseño y trabajo detrás de, por decirlo en términos simples.
[9] Experiencia de Usuario- el diseño y trabajo delante de, por decirlo en términos simples.
[10] Son muchos los amigos con los que trabajamos y colaboramos en esta misión apasionante.
[11] Realmente por el mero hecho de ser humanos, deberíamos tender al impacto positivo de nuestras acciones y decisiones, aunque no siempre se logre, la tendencia debería ser esa.
[12] Erik Brynjoffsson-Director of the MIT Initiative on the Digital Economy.