IDENTIDAD DIGITAL, EL PASO CLAVE PARA HACER REALIDAD LOS GOBIERNOS DIGITALES

Cómo lograr que los gobiernos consideren la posibilidad de digitalizar los procesos y acelerar sus procesos de transformación digital, no sólo mediante la aplicación de nuevos sistemas y procesos, sino empezando por invertir en iniciativas e incentivos que promuevan la identidad digital de sus ciudadanos miembros.

En tiempos de pandemias, de transformación digital y de gobiernos que tratan de poner en práctica iniciativas digitales que mejoren su llegada a los ciudadanos para mejorar los servicios gubernamentales y el acceso de los ciudadanos a los servicios gubernamentales, es necesario hablar del desarrollo de la confianza digital y la confianza en las relaciones es el valor en el que se basa cualquier sociedad moderna. Dicho esto, procederé a indicar que la identidad oficial de los ciudadanos es la piedra angular de esa confianza. Existe una correlación directa entre esta confianza (analógica en transición a digital) y los principales valores democráticos, así como entre estos valores y el PIB nacional y nuestro modo de vida. La mejora de un punto porcentual en el ranking que califica los valores democráticos desarrollados por The Economist tiene un impacto positivo del 13,6% en nuestras vidas: 13.286 dólares en el aumento de la renta per cápita; 2.6 años de mejora en la esperanza de vida y 2 puntos positivos en el Coeficiente de Desigualdad[1].

En la última década, la tecnología se ha convertido en la principal industria generadora de valor, superando con creces a la mejor como es la industria energética.

La ola digital está siendo subestimada en gran medida por Europa; la región es la segunda economía más grande del mundo, representando el 20% del valor total generado, pero con una representación de sólo el 4% en la industria de la tecnología. La velocidad de transformación y la concentración de la economía están aumentando: El 56% de las principales empresas por valoración son tecnológicas[2].

La confianza en las relaciones es el valor en el que se basa cualquier sociedad moderna. La identidad oficial de los ciudadanos es la piedra angular de esta confianza y es precisamente en el desarrollo de esta confianza digital en la que los gobiernos deben centrarse para llevar a cabo futuras iniciativas dirigidas a la consolidación de los gobiernos digitales.

Más de la mitad de la población mundial vive hoy en día sin una identidad oficial. Estas poblaciones pertenecen precisamente a los países con menor ingreso per cápita, índice de desarrollo humano, mayor desigualdad y menor esperanza de vida. No es casualidad.

En las regiones desarrolladas como Europa[3] , la identidad es el elemento esencial que permite las relaciones entre los ciudadanos y entre éstos y el Gobierno y las Instituciones. Al mismo tiempo, ofrece la seguridad jurídica y la confianza que hacen que los negocios en privado. La identidad ha sido fundamental para construir nuestro actual modo de vida y los valores democráticos que sustentan nuestro estado de bienestar, que como ciudadanos solidarios y conscientes del contexto actual, tratan de expandirse globalmente para promover una verdadera cooperación internacional no sólo a nivel europeo.

Nuestro estilo de vida se basa en esta confianza que ofrece una identidad oficial. Pensemos por un momento en las acciones que solemos llevar a cabo: transferencias bancarias, pago de alquiler de viviendas, viajes, visados, entre muchas otras que pocos gobiernos y empresas del sector privado -incluso en mutua colaboración- han digitalizado al 100% y que creo que pueden y deben ser digitalizadas y para todas ellas se requiere un acto de identificación.

Existe una correlación directa entre esta confianza y los principales valores democráticos y, además, una relación directamente proporcional de estos valores democráticos con el PIB nacional y nuestro modo de vida: el medio The Economist elabora un ranking anual que analiza la democracia en 167 estados del mundo, puntuándolos y clasificándolos en categorías que van desde la democracia plena hasta el régimen autoritario. Basa su puntuación en criterios objetivos de valores democráticos, como: pluralismo y proceso electoral, libertades civiles, funcionamiento del gobierno, participación y cultura política[4].

Hablemos entonces de la identidad digital

La identidad digital[5] es el equivalente electrónico de la identidad oficial analógica, cuyo principal instrumento corresponde a los documentos de identidad física emitidos y gestionados por los gobiernos. La identidad digital se compone de las características (identificadores y atributos) de la persona que la proporciona con un carácter único entre la población o en un contexto particular y es reconocida por los Estados con fines reglamentarios u otros fines oficiales. Este concepto ya ha sido reconocido y desarrollado en Europa por el Reglamento eIDAS (910/2014), en vigor desde julio de 2016[6].

El eIDAS permite a los ciudadanos -independientemente de la labor a la que se dediquen- poder utilizar los denominados servicios fiduciarios electrónicos, mediante un documento digital, como los certificados electrónicos de las empresas. Esta Identidad Digital permite relaciones electrónicas de confianza entre ciudadanos, empresas y gobiernos a la hora de identificar y demostrar legalmente la voluntad en acuerdos y contratos.

En mi opinión particular, esta nueva Identidad Digital complementará durante un tiempo la identidad analógica para ser utilizada en el canal digital pero, eventualmente, podría reemplazarla completamente gracias a la facilidad de uso de la Identidad Digital en cualquier canal, siempre y cuando se sigan los procedimientos tecnológicos y de seguridad necesarios.

La identidad digital ayudará a los ciudadanos a acceder a mejores servicios y a que cualquier proceso con los gobiernos y las empresas privadas se lleve a cabo de manera eficiente y eficaz con “pocos clics”. Todo ello dentro de canales y áreas que cuenten con la tecnología necesaria para garantizar la legitimidad, seguridad y legalidad.

La Identidad Digital es una herramienta esencial para poder introducir mecanismos de participación ciudadana a todos los niveles. Todo ello al servicio de los intereses reales de la ciudadanía y para impulsar la economía productiva de España.

El papel del gobierno y la participación es esencial en la evolución de los valores democráticos y la principal diferencia de impacto entre las democracias plenas y los regímenes autoritarios.

Después de todas las ideas compartidas sobre la identidad digital y los gobiernos digitales; les dejo con esta pregunta para que reflexionen… ¿creen que es posible generar un único documento de identificación digital que nos ayude a acceder a todos los servicios y procedimientos que debemos realizar.

[1]Democracy Index, The Economist Intelligence Unit.

[2] Digital Economy Report 2019, Value Creation and Capture: implications for developing countries, United Nations.

[3] White Paper Onboarding Digital, Fintech Ibero-America, September 2019.

[4] https://www.eiu.com/topic/democracy-index

[5] Digital identification: A key to inclusive growth, april 2019.

[6] eIDAS — ultimate version

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